martes, 22 de diciembre de 2015

Brillaba




Y brillaba...
¡¡Claro que lo hacía!!
Brillaba tanto que te cegaba con tan solo entrar en una habitación.
Brillaba porque tenía luz propia.
Y eso, era lo que hacía ser especial.
Pero ya no brilla aquella luz.
Ya no ciega.
Se apagó,
y eso dolió.
Tanto como morir.
Porque brillaba casi como una estrella...